Es una de los máximos representantes del arte cinético a nivel mundial. Su investigación ha aportado al arte una nueva forma de conocimientos sobre el fenómeno del color, ampliando considerablemente su universo perceptivo.  Es presidente de la Fundación del Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez, en Caracas.

Cruz-Diez, propone concebir el color como una realidad autónoma que se desarrolla en el tiempo y en el espacio, creando atmosferas cromáticas por un efecto puramente físico. Se describe a sí mismo como un artista que practica la disciplina del investigador.

Protagonista de muchas exposiciones, entre ellas, su retrospectiva “Carlos Cruz-Diez: Color in Space and time”, Museum of Fine Arts, Houston, 2011; “Suprasensorial: Experiments in Light, Color, and Space”, The Museum of Contemporary Art, Los Angeles, 2010 y “Light Show”, Hayward Gallery, Londres, 2013. En el 2012 le fue otorgada la Ordre de la Légion d’Honneur. Reside en París, Francia desde 1960.

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CARLOS CRUZ-DIEZ

CARACAS | VENEZUELA | 1923

Yo no hago cuadros ni escultura, hago “soportes de realidades” donde están sucediendo cosas reales en el tiempo y en el espacio”

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Entrevista por Alma Ruiz

Alma Ruiz: ¿Cuál podría considerarse como el punto de partida de un cuerpo de trabajo cuyo punto focal es el color?

Carlos Cruz-Diez: Primero fue sentir que la pintura se había anquilosado, me aburría que todo el mundo pintase de la misma manera. Luego, constatar que por vivir en un mundo saturado de colores, no percibimos sus sutilezas ni sus continuos cambios. La noción “color” se había detenido en el tiempo, era un asunto banal en el arte y hasta mis compañeros artistas, me comentaban por qué insistir, si el color era un problema resuelto donde no había nada que buscar.

Me preguntaba, ¿por qué el color en el arte tenía que ser una materia aplicada con brocha sobre una tela, si el color se manifestaba en el espacio, en los objetos y hasta el aire estaba coloreado? Esto me llevó a una larga reflexión nutrida de lecturas de teorías científicas sobre el color, la fisiología de la visión, la química, las investigaciones en la industria gráfica para la multiplicación de la imagen coloreada y los conceptos de los filósofos que solo le dieron protagonismo a la temática, al dibujo y la perspectiva. En cuanto a los pintores, con unas cuantas excepciones, hablaban solamente del lado artesanal de la pintura. Mientras más indiferencia encontraba, mi optimismo crecía. Había detectado un universo abandonado e inédito, con inmensas posibilidades de investigación y la oportunidad de encontrar nuevas manifestaciones de hacer arte.

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AR: La curadora Mari Carmen Ramírez ha escrito que usas el color “como una experiencia participativa e interactiva abierta a todos, sin importar la edad, clase o posición social”.

CCD: Mi investigación sobre el color es una estructura cinética. Yo no hago cuadros ni escultura, hago “soportes de realidades” donde están sucediendo cosas reales en el tiempo y en el espacio, en un presente perpetuo —un concepto en el arte que transforma la contemplación pasiva en actitud participativa, contradiciendo el discurso transpositivo y referente a la realidad, como fue el arte a través de siglos.

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AR: ¿De dónde proviene la idea de crear pasos peatonales cromáticos para la Bienal?

CCD: En general, al desplazarnos en la urbe, dos circunstancias condicionan nuestro comportamiento: la obediencia a los códigos y la crispación de ser agredidos.  La intervención en los pasos peatonales es una especie de anécdota que pretende despertar al peatón del acto rutinario, sacarlo de la actitud robótica que adoptamos ante los códigos urbanos, ofreciéndoles un aporte al espíritu diciéndole que todo puede ser diferente.

AR: ¿Qué circunstancias te llevaron a pensar que el arte público era un medio viable de expresión para tus propuestas estéticas?

CCD: Desde mis inicios de pintor, he considerado que el discurso del artista no está desligado de la sociedad. Por eso me costó tanto tiempo deshacerme de una pintura comprometida de denuncia social. La obra cinética como yo la he entendido, es una propuesta de fondo social, porque hemos convertido la contemplación pasiva y obediente, en intervención activa, haciendo del espectador un coautor, un partícipe y un cómplice del artista en la creación de la obra.

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